Tu sonrisa, niña, me hechiza
tus ojos, niña, me enloquecen
tu boca... ¡ay, hija de mi vida!
¡esa boca que me suspira;
se beben mis ansias
y la convierten en flor y alegría!
Tus manos me electrizaron
tu piel, me estremeció...
y tu cuerpo, niña...
¡ay, ese maravilloso cuerpo...
se transformó en mi amor!
Para el sedal, la caña,
para el tallo, la flor,
y para este otoño…
quién te ama, mi niña;
para ti es…
¡mi viejo corazón!