Me mata esta angustia que vive perpetuamente en mi interior.
Muchos años ya que camina en pos de mis años… a su aire.
Viaja pegada a mis pensamientos, a mis sueños,
sí, desde que
tú te fuiste, madre mía… Viaja incrustada en mis huesos,
pegada a mis espaldas,
en lágrima viva…
machacando, por tu ausencia, mi tristeza.
Te amo tanto madre mía que, desde que te marchaste,
desde que
nuestro Dios te llamó y acogió en sus brazos y te apartó de mí…
mi vida es un sin vivir y no vivo de la angustia y de este
terrible dolor que me aprieta y aplasta el alma con cruel garra.
Hoy vivo al borde mismo del abismo en mis últimas horas…
Con
mi frente dibujada de canales, marchita…
y mi cabello, vestido del frío
invernal…
Transito sangrando por el mundo, herida y con una herida
mortal…
la que Dios infringió a mi corazón cuando se la llevó y arrebató de mí.
Madre mía… madrecita mía…
Han pasado muy rápido los años pero, aquí sigues en mi mente.
Pese a los años… y a mi precaria memoria debido a mí avanzada edad.
Sin embargo, si me estás viendo desde el cielo,
sentada a la
derecha de Dios... quiero que tengas siempre presente,
allá donde me estés aguardando…
que nunca, nunca te olvidé y estés donde tu estés…
allí mismo,
y con toda mi alma…
¡me iré contigo a encontrar!
Poesía escrita y especialmente dedicada a mi querida amiga Berkys,
y de Berkys, dedicada con mucho amor, a su mamá.