Es inevitable, la vida es así,
carcome, causa dolor y nos hace daño.
Hasta nos premia con la sinrazón de objetivos sentimentales,
impulsos emocionales de los que nos vanagloriamos.
Somos tan humanos...
que nuestros corazones funcionan
que nuestros corazones funcionan
como las dinamos de las bicicletas, pedaleando.
Sin memoria, expeliendo aire,
soplidos lanzados o expulsados por cualquiera.
Indignados por sentir o cansados de odiar
y estar exhaustos hasta herir…
Mortales enajenados, pese haber sido absueltos,
aunque nuestra culpabilidad fue manifiesta
por ser seres funestos, dolosos y viles…
Culpables de haber deteriorado y dado deshonrosa muerte
a nuestro sufrido y agónico planeta.