Imagen obtenida de Internet
Las penas se eternizan, el dolor se intensifica
y funde con la amargura.
La soledad, cada vez más oscura,
lóbrega y maldita, te abraza y devora el alma.
Al cuerpo lo corrompe, lo pudre.
Oxida sin miramiento
lo que de humano quedaba
en tus pocas moléculas vivas.
Antes de morderse e inocularse
ella misma la rabia en sangre.
Después... te mata, dejando muerta
cualquier atisbo de esperanza o vida.