Quise
entrar errante en tu camino,
dando
pasos de ciego,
la dicha
en busca de una quimera,
no
estabas tú, esperando a que yo fuera.
Te
encontré sinuosa y esquiva,
bailando
en una sala cualquiera,
nuestros
ojos cruzaron la mirada
y...
surgió el relámpago
¡premiándonos
a los dos de primavera..!
Enamorarnos
fue a una sola obsesión,
darnos
sin adornos nuestro amor,
para
luego dar rienda suelta a la pasión
¡cayendo los dos en las brasas de la hoguera!
Al
salvaje río que fluyó tumultuoso,
de
nuestra más encendida pasión.
bebimos
como ebrios enfervorecidos
de la
salvia nueva de nuestros cuerpos…
Satisfaciendo
las ansias del deseo;
¡muriendo
cada uno en el interior del otro!
dos seres perdidos…
por la
furia de dos sexos
buscando estallar la lujuria en el cielo
y
convertirla en el volcán de nuestros deseos,