Imagen obtenida de Internet
Con la sonrisa helada y el corazón roto,
vive el final de un sueño... no suyo, el mío.
Quebrado el pecho, desmadejado y vacío
de tristeza y rabia, lejano y remoto.
Las lágrimas caen libres, frías, sin coto,
desarmadas, sin freno, atadura o juicio.
Tal vez también sin esperanza o piloto,
como el mar al rozar la arena, sin bullicio.
Tiene la sonrisa gélida y sin acoto,
me mira y se ríe, llorosa de desprecio,
lanzándome el arma mortal hacia el escroto,
La explosión tumultuosa de su desahucio
hacia todo lo que no fuera nuestro e ignoto
desinhibido, frío y loco desperdicio.