Imagen obtenida de Internet
La asirá del talle y ella lo mirará a los ojos,
como lo hace la mariposa a la aurora al morir la tarde,
volando ligera hacia los pétalos rojos de la amapola
donde esperará feliz a que el macho la fecunde.
Hermosa, entre los alelíes, girasoles e hinojos,
se dejará
medrar y poseer hasta arder entre sus brazos, fiel,
como la leña seca entre las
llamas,
donde se dejará abrasar pegada a su cuerpo y a su llama,
convirtiendo
ambos en cenizas su pasión.
Extasiados y enamorados, los dos amantes,
caminarán bailando y riendo, abrazados, allende
hacia el lugar donde vivirán felices, inmersos los dos en vino,
embriagados de amor, los dos amantes afiebrados.
Llegando a la cúspide de sus insaciables apetitos
viven
obcecados, dando jugo a sus pasiones desmedidas
y a la loca incertidumbre de
creer que,
vivir enamorados y con el sexo satisfecho,
nunca les hará olvidar
que son jóvenes
ni perderán el grato recuerdo de lo disfrutado y gozado.