Imagen obtenida de Internet
Y fuimos el ayer que nos perdimos.
Las sombras de un “hoy” que nunca tuvimos.
El hoy olvidado, el ayer perdido, el adiós odiado…
nuestro
amor que zozobró por ir subidos,
a un barco construido de papel
y en él luchamos por no perecer ahogados.
“Soy la estela de la luz”. Me dijiste un día,
al besar mi
foto,
que yo sentí hasta la tibieza de tus labios,
y hasta creí beberme tus
lágrimas mientas lo hacías.
Cruel despertar al comprender que somos solo el
ayer,
aquel que no conseguimos jamás…
Te esperaré en la última esquina del mundo,
ahí, al final del camino recorrido,
sin un aviso o esperanza, ni siquiera… amor.
Me verás llorar a cantaros, cansado de mí,
y hasta puede que usurpe con valiente descaro,
los canticos de
tu risa, ésa sí,
la que yo amé con tanta ansia una vez.
Y verás cómo te evades ante mis ojos,
en ausencias perfumadas de mil sonrisas amadas,
veneradas, poseídas o soñadas,
para desvanecerte silenciosa en la nada.
Y yo, seguiré aquí solo, llorando y sin esperanzas.
Entonces que ya no estarás…
asumiré que solo existes en la pluma de mi alma
y entonaré “el
mea culpa”
escribiendo mis mejores versos sobre mi espalda cansada.