En esta
quebrantada alma
no hay nada más
que encontrar,
está cansada,
triste, yerma y seca
de tanto andar y
andar… y buscar.
Me río con
tristeza de mis penas,
ellas de mi, se
carcajean…
son injustas, idolatran
mi tristeza
con ella se
llevan de perlas.
Tanto evadirme de
los problemas,
pero, ellos,
fueron rápidos y me alcanzaron…
me sujetaron con
fuerza, me hostigaron y torturaron,
y al alma la hirieron
de mil formas y distintas maneras.
Pese a mi cuerpo
enorme, estoy vacío por dentro,
es el vacío el
que me habita y me sustenta…
fría y ácida es mi sangre, la carne muerta es mi
consejera.
¿Dónde estoy? ¿tal
vez en el infierno? ¿quién lo sabe?
Mi alma esquiva
al orgullo, lo zarandea, lo abraza…
Aunque no es por
cariño ni afecto, es…
por la putrefacción de
un cuerpo enorme que... ya murió.