Una
barquita duerme embarrancada...
en
una playa cualquiera,
en
ella viajaba una familia,
vestidos
todos, con hambre,
esperanza
y pena, iban detrás de una ilusión:
escapar
del horror y de una injusta guerra.
Eran
padre, madre y sus dos pequeños hijos,
el
mayor tenía tan solo cinco,
el
pequeños, apenas llegaba a los tres añitos...
en
esa playa quedaron ahogados,
la
madre y los dos hermanitos…
en
su orilla y en la arena, sin vida quedaron dormidos.
Unas
horas más tarde, el padre despertaba llorando,
la
angustia le atenazaba ¿dónde estaban su esposa y sus hijitos?
Al
ver con estupor, a unos extraños rodeando un cuerpecito…
su
alma, escapó gritando su horror de su cuerpo,
no
entendiendo por qué, ni quién,
este
final a sus vidas le había escrito.
¿Por
qué Dios no se lo llevó con ellos?
¿y
por qué tuvo que dejarlo a él con vida
y
se llevó lo que más quería en la vida…
su
mujer y sus dos hijos?
Rodilla
en tierra, reza y pide justicia…
Que
le devuelva Dios a sus pequeños hijos
y
esposa y se lo lleve a él, como castigo.
El
hombre está roto, ya no tiene ilusiones
y
la esperanza se le ha ido...
ahora
vivirá solo y se siente perdido,
en sus
ojos las lágrimas se desbordan…
llora
sin alma… pero con rabia, sin sangre…
pero
con mucha pena... en su corazón malherido.
Que
nadie ose mirar hacia otro lado, todos somos culpables, los unos porque solo
desean poseer el poder y cuando lo obtienen, gobiernan solo para los poderosos
y los ricos. Y nosotros somos culpables por permitirlo… y por votar a ineptos,
corruptos y canallas.