Vivo, a mi pesar, en mi pensamiento

 

Vivo, a mi pesar, en mi pensamiento,

cayendo libremente y sin protección

sobre un montón de arena en el desierto,

secándoseme la boca y corazón.

Seco el llanto cuando al llorar azoto

contra la arena de mi desolación

las culpas obvias de mi desencanto

siendo yo culpable de mi abjuración.

Me pesa sí, el llorar sin lágrimas,

el esconder a ciegas mi condición

obviando a la humanidad y sus almas.

Almas que se diluyen por exclusión

al ser eternas e indisolubles mas

nunca será imposible su absolución.

El verso libre es puro sentimiento

Dicen del verso libre que es osado,

queriendo igualar su rima al soneto

y deshacer mil entuertos en veto,

a los que viven el verso prosado.

Y yo me resisto a hacer alboroto,

mejor hago verso libre abreviado

pues pongo mi alma, pasión y antídoto

a los que, por desprecio, lo han obviado.

El verso libre es puro sentimiento,

emociones que fluctúan acallando

las rimas del dolor y del pasado.

Esa es la razón para que haga acoto

y acalle a quien ofende acalorado,

con selecta rima y un pareado.

Sonetos, trovas, versos y cuartetos

 

Yo, a mi vida le quise ofrecer duetos,

componiendo una fresca diversidad.

Sonetos, trovas, versos y cuartetos

o lindezas que rimaran con verdad.

Escritos de mi mente, son bocetos,

regalos doy a corazones con bondad.

Los que me besan,  cálidos o inquietos

o besos cautivos de ansiada libertad.

Entre versos, rimas y casualidad,

mi vida llené de ansiedades varias,

como lo fue mi orgullo o mi brevedad.

Recojo entonces las siembras diarias

y enjugaré mi orgullosa actualidad,

o me iré orando frases lapidarias.

Ella es el amor

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Ella es toda sonrisa,

alma cándida

y calidez en su corazón.

Ella es profunda,

observadora y lista,

es vital y conservadora.

¡Vive a toda prisa!

Ella ama sin condiciones,

se ofrece sin ambages

y se entrega sumisa.

Ella es tierna,

dulce y agradable,

vive para mí sin darse.

¡Ama como nadie!

Ella no presume de nada,

honestamente se pierde

sin pausa ni prisa.

Ella no atormenta,

no teme a nadie,

vive sin miedo en su isla.

¡Besa y abraza cálida!

Ella no busca, no sufre,

vive para sus adentros,

y ama sin condiciones a los mortales.

Ella es el amor,

y en él se evade…

sin lloros, sin lagrimales.

¡viva su amor, su amor de madre!

Quiero emborronar esta cuartilla

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Quiero emborronar esta cuartilla de recuerdos, 

recuerdos con tu cara, de tu boca rosada, 

de tus besos o tu cuerpo cálido, 

cuando al estar sobre mí me amabas.

Estremecerme de sofoco recordando tu aroma, 

el roce de tu piel o el sonar de nuestros corazones 

cuando hacíamos el amor

sobre las sábanas de seda de nuestra cama.

Sí, quiero emborronar esta cuartilla, 

con tus besos, tu aroma, la sencillez de tus líneas

o la enajenación de esos primeros días

cuando el sol era joven o cuando más brillaba.

Quiero volver a vivir su vigor cuando nos poseía, 

o mejor aun cuando a ambos ¡nos eclipsaba! 

Quería emborronar esta cuartilla, 

y lo hice sí ¡con mis lágrimas!

Ustedes entenderán que yo, esté loco…

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Hay una voz profunda e inquietante que me llama 

y se me asemeja demasiado al eco rancio de la muerte,  

cuando me aproximo a su abismo y allí me paro a mirarme.

Desafiante y enérgico y con la fuerza que da

el saber que no hay ya vuelta atrás.

La escucho bronca y fría, con esa frialdad que da 

el saberse próximo al amanecer de un desconsolador final…

No es lúcida ni brillante, al contrario, 

es oscura y sucia. 

Igual que el manto de una nebulosa lejana 

que me cubrió y asfixió.

Quise ocultarme a su volumen, a su odioso

y voluptuoso ruido, chirriante sonido

que me envolvió por entero la condición humana, 

acallando a la conciencia hasta trasladarla 

de universo y volverla inhumana.

Ustedes entenderán que yo, esté loco…

Huido de mis sentidos más lúcidos,

Me imbuí de raciocinio, me soslayé de hipocresía, 

y viaje hasta este infierno,

Tan solo para encontrarme con mi padre, 

Azrael, y dedicarle, esta, mi poesía.

¡Su alma está al fin libre!

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Se me acerca la muerte con sus cuencas vacías.

Tiene apetito… y es muy voraz.

Abre su boca y junto a mí se desliza

pero no. No es a mí a quién busca, no.

Sus huesos rechinan igual que una risa de hiena,

No mira a nadie, esquiva nuestras miradas,

y va directa a ella, sabe que no defenderá su vida ante su macabra visita.

Apenas la mira… ni la roza,

solo la huele y…  goza viendo como sufre

y se retuerce de dolor mientras se muere.

Ya se la lleva…

la tiene presa atada a su sombra.

Camina firme sin perder el paso,

ni siquiera ahora le tiemblan las piernas,

ella, así lo deseaba, había llegado su hora.

Ahora sí,  suelta su último suspiro…

¡Su alma está al fin libre!

Viviendo en mil pecados

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Llamadme indecente , sinvergüenza si queréis,

o también aprovechado e infiel, qué más me da

si al fin y al cabo, nadie me creerá si les digo

que solo soy un iluso y enamorado del amor.

De la vida aproveché su espléndido sentido

bebiéndome… sus suspiros de energía y fe,

cuando álgido y difuso me desperté, envuelto

en el desencanto y en sus labios dulces como la miel.

Y así fue como me llené de sus entrañas hasta morir

en su placer. Llamadme ahora de todo si queréis,

gritarme o insultarme hasta hacerme enloquecer.

De la vida aproveché su espléndido cuerpo y siendo sordo 

a vuestros gritos, seguiré sus pasos… gozando y viviendo

en mil pecados hasta morir en su amanecer.

En recuerdos vivos de colores

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En recuerdos vivos de colores

guardo la imagen grata y feliz

bajo la almohada de mis sueños...

Memorias de un pasado

y de un presente ausente

buscándose sin líneas...

Amores que al discorde

sonar de una orgía

se lamentaron al despertar

por verse solos en tú recuerdo.

Cruces de ansiedades que

viven lejanas y se aman

sin saber cómo se amaron

y deseándose los dos

mientras arden en la hoguera

de su propia desesperación

y melancolía…