Imagen obtenida de Internet
Se me acerca la muerte con sus cuencas vacías.
Tiene apetito… y es muy voraz.
Abre su boca y junto a mí se desliza
pero no. No es a mí a quién busca, no.
Sus huesos rechinan igual que una risa de hiena,
No mira a nadie, esquiva nuestras miradas,
y va directa a ella, sabe que no defenderá su vida ante su
macabra visita.
Apenas la mira… ni la roza,
solo la huele y… goza
viendo como sufre
y se retuerce de dolor mientras se muere.
Ya se la lleva…
la tiene presa atada a su sombra.
Camina firme sin perder el paso,
ni siquiera ahora le tiemblan las piernas,
ella, así lo deseaba, había llegado su hora.
Ahora sí, suelta su
último suspiro…
¡Su alma está al fin libre!