Vivo, a mi pesar, en mi pensamiento,
cayendo libremente y sin protección
sobre un montón de arena en el desierto,
secándoseme la boca y corazón.
Seco el llanto cuando al llorar azoto
contra la arena de mi desolación
las culpas obvias de mi desencanto
siendo yo culpable de mi abjuración.
Me pesa sí, el llorar sin lágrimas,
el esconder a ciegas mi condición
obviando a la humanidad y sus almas.
Almas que se diluyen por exclusión
al ser eternas e indisolubles mas
nunca será imposible su absolución.