Me
alejé queriendo sólo ser aire,
un
soplo, sin nada más que aire dentro.
Recorrí
las heladas tardes de mis primaveras,
Esperando
quizás encontrarme un dulce verano,
Que
recorriese con su cálido calor,
Las
frías ventiscas de mis atormentadas venas.
Me
hice al sonido de cada despertar,
Al
ruido sordo del bronco sonar de un tic, tac,
Siempre
lejano, siempre tarde.
Las
maravillas fueron objeto de mi abandono
[el
olvido]
Queriendo
tragarme el orgullo, sin antes aprender a caminar.
Y
dejé el recorrido…
Pardo
y sucio como lo fueron mis tardes,
Aquellas
de escarcha; frías, grises, de lloros,
sollozos
y desgarradas notas… tan tristes.
Me
ausculté cada segundo de mi vida,
Esperando
una llamada de Dios,
un reclamo o acusación
un reclamo o acusación
A su
divina gracia o mis talentos.
“extremorum
fideles sunt dominus”
[los
extremos son fieles al señor]
Salvo
cuando él mismo es el condenado.