Como el soplo de un viento
huracanado
sentía yo el dolor de tu cuerpo
como si sucediera en el mío
propio.
Mis lágrimas escondí bajo mis
párpados
para no causarte tristeza cuando
las vieras,
y me arranqué, cual malhechor moribundo,
la cuarteada piel... de las
falsas quimeras.
¡Lo conseguí! saliste huyendo de
mí,
esquivando mis manos y mis
sueños,
aquellos que un día soñé para ti,
vivir contigo y amándonos de
cualquier manera…
Triste fue ver la luna marchar sin despedirse siquiera...
tampoco me vio abrazado a ti,
vida mía,
fundida en mis brazos enamorada y
traviesa.
Ni supo de la belleza de las
estrellas reflejada
en las lágrimas no derramadas de
este iluso poeta.
En estos versos quise darte mi
vida,
la vida que te cedí a ti para que
la vivieras,
la que viví un día a solas
contigo...
“en un rincón de mi mente,
donde hubo verdad, fantasía y
belleza”.