Si en
horas de fría inquietud... siento ese helado dolor,
que me
acaricia el pecho con sus brazos de escarcha,
apretándome…
ahogándome la razón y el corazón...
me
apresuro al instante en pensarte
y
desaparece todo este maldito dolor...
Y es su
espíritu en plenitud quién me abraza y da calor…
y hace
que vuele a tu encuentro esperando... tengas abierto tu pecho para colarme bien
adentro...
habitando
cada latido de tus pensamientos... y tu corazón.
Si
amanece en las horas donde busco el sueño,
y mi
alma se eleva buscándote en sus cumbres;
me
transformo en poesía, para decirte al oído... ¡te quiero!
En ese
pensamiento alado, vuelo silencioso y absorto,
con una
sola idea en mi mente; el tenerte y el quererte...
¡Todo a
un tiempo!