Noche de
espesura en mi alma
cabizbajo
pensaba en mi mal...
siendo
mi culpa...
¿me lo
tenía que perdonar?
Lágrimas
me resbalaban dóciles
y sin
detenerse caían al suelo,
formando
un pequeño río de sal...
Cómo
sabe llorar el alma...
cuando
el dolor te vence
y caes
cuesta abajo,
sin nada
que te agarre o sujete...
Entonces
fue que entró, una mariposa blanca,
era toda
luz y sus contornos... brillaban.
Sus
ojitos eran como agua de manantial... cristalinos.
Y la
densidad de sus alas...
trasparentes
como agua de mar.
Mis ojos
la seguían por la habitación,
la
admiración... me podía.
Tan
bella era y su dulzura se veía tan especial,
que
hasta sentí sus alas acariciarme el rostro...
logrando
hacerme llorar!
Ella
parecía saber...
y sus
alas vencía hacia adelante
(parecía
con ello querer secar mis lágrimas)
pero
no... sólo las observaba y lloraba conmigo...
No pude
más...
y mi cabeza escondí... bajo la almohada,
no se
cuanto tiempo estuve así...
pues
cerrando los ojos, me dormí.
Solo
supe más tarde que...
al
despertar y alzar los ojos;
la
mariposa blanca... seguía allí...
silenciosa
y acariciándome el rostro.