Te besaré al atardecer
cuando mis labios busquen ansiosos
tus lágrimas… y en ellas me ahogaré
para después renacer en tu alma.
Superaré las embravecidas aguas
de tú océano, las rocas y aristas afiladas
de tus curvilíneas entrañas,
para poder yacer después en el acompasado
latir de tu corazón,
y allí me esperaré hasta que crezca tu amor
dejando atrás tu mañana
desolada.
No me esperaré a que seques tus lágrimas
te abrazaré desde dentro y me imbuiré en tu ayer…
descalzando despacio todo cuanto ayer,
te hiriera o lastimara.
Ven a mí, niña de mis sueños hermosos,
ven, no esperes a mañana,
soy el adiós, la ilusión y los sueños,
de tantas y tantas tristezas tuyas y desesperanzas.