XVIII
Triste
y sola en la ventana,
contemplando
melancólica las estrellas,
se figura
ser hermana
y brillar con la misma
intensidad que ellas.
Transpira,
alienta y bebe de su luz
se alimenta con pasión de su belleza,
se
acaricia con ternura a su trasluz
y no deja de tener miedo a su
grandeza.
XVIIII
No
hay esperanzas... mi barco ya se fue
Tengo raíces en los pies
de estar tanto tiempo
varado
en esta orilla del río,
no sé cuándo mi barco
partió,
solo sé que me quedé
solo
y perdido.
Maldita mis ansias de fe,
aquellas que me llevé
conmigo,
tristemente olvidé,
que no flotaban...
y en el agua se han
hundido.
Vivo angustiado mirando el
horizonte,
apenas sin tener ningún
sentido,
pues no soy de atender a
razones
y estoy siempre roncando y
dormido.
Sé que me aqueja el mismo
mal de la abeja,
recojo mi miel y la
guardo...
queriendo tener contenta
a esa que todos dicen ser
la abeja reína.
XX
No
pinchan las rosas ni hieren,
por
estar cubiertas de espinas,
pinchan
y hieren por su belleza,
cuando
al acercarnos a contemplarlas,
inhalar
su aroma y querer tallarlas,
quedamos
prendados, nos fascinan y embelesan
y
pasamos de ser mortales,
a
ser simples muñecos o marionetas.
XXI
Clávame
en tu cuerpo,
como
se clava la pasión al deseo.
Quiero
estar en tu cuerpo
y
gozarte muy adentro.
Fundirme
con tu caudal de espuma
entre
venas, vísceras y sonetos.
Quiero
morir de amor en tu sangre
y
renacer después de un suspiro...
en
tu aliento.
XXII
Me
dejé arrebatar la esperanza,
perdí
la fe y la ilusión,
pero
algo me grita en lontananza,
que
aún me queda el corazón.
XXIII
Embelesa
la contemplación de la luna,
su
brillo, nos encandila, emociona,
nos
convierte en poetas y más humanos;
mientras
a la tierra estremece y hace rugir llorando.
XXIIII
Bella,
hermosa, dulce y tierna,
un
hada azul entre un millón de estrellas,
con
sonrisa de algodón y caricias de seda.
Vive
en alud de multitudes,
en
su reinado de sueños y quimeras,
donde
el más osado querría besar sus labios
y
el soñador... solo sentir su aliento perfumado.
XXV
Devuélvele
la caricia al tiempo,
el
beso al aire y la vida a quien te la dio.
Dale
el arrullo al silencio,
o
despierta al sueño
y
dale un abrazo a su corazón.
¿Qué
quién soy?
Soy
la vertebra de un átomo,
el
ulular de un latido cansado o,
el
roce de un suspiro en el labio del amor.
XXVI
Arderé
en llamas,
me convertiré en
cenizas,
pero nunca rechazaré
un
abrazo ni una sonrisa.
En cambio no
esperes de mi
que te salve de tu
infierno,
porque el mío
es
aún más temible, doloroso
y mucho
más duradero.
XXVII
La
oscura senda se desdibuja bajo mis pies
provocando ecos que chocan
contra las oquedades de mi alma.
Los silencios me conmueven, me
acreditan como dueño,
como el legítimo heredero de mis
sueños...
¿Quién me hará entonces sonreír y pensar en la
primavera
cuando ya he traspasado la puerta ocre y deslucida del
otoño?
XXVIII
Se
ilumina el gran ojo de la creación
cuando
ve como tu terso rostro se sonroja,
tropiezan
con gracia tus pequeños pies
se
te avivan las ilusiones,
y
se te agrandan las esperanzas,
entonces
y solo entonces
él
te gritará desde el umbral del infinito
¡ya
estás preparada, ven!