Imagen obtenida de Internet
Me endulzas con tu mirada,
me enloqueces con tus labios
y me abrumas con tus palabras,
siempre dulces, jamás amargas.
No soy un necio,
no me conformo con delinear
la fina línea de mis besos en tu cuerpo,
prefiero andar prudente,
soy sufridor de amargos desengaños.
Escucho el ulular de tus frases a la vez que
percibo el dulce aroma de tu cuerpo
y presiento, en un suspiro, cuanto quisiera
tenerte yo a mí abrazada en este mismo momento.
Sé de sobras que no soy sordo,
que me oculto en una maraña de silencios,
para justificar el no querer sufrir otro tormento.
Mañana viajarán nuestros recuerdos,
unos pocos se odiaran por no tenernos,
los otros, los herederos de lo arañado y conseguido,
seguirán persiguiendo
las orquídeas de aquellos que obtuvimos.
Soy el oscuro báculo del sentimiento,
el héroe de aquel bastión atormentado,
fútil llama, la que precedió al incendio,
el que sufrimos los dos por perder el tiempo
y no lograr amarnos ni entendernos.