Nace
la eternidad en cada memoria,
en
cada ser que respira
hay
un ser de luz, un ser eterno,
un
ser divino.
II
La
desidia puede ser tu peor enemigo,
te
embrutece, te aísla, te ata y perturba,
sujetándote
con las gruesas cadenas
de
la pereza y la gula.
III
Mi
amor no escuchará cuando le hable,
porque
será mi corazón quien me calle,
no
siendo dueño de mis palabras ni de mis acciones
IIII
La
vida, la mejor amiga del destino,
sobre
todo si se la empuja
y
se la hace que ande...
V
Me
quise envolver con el manto de la indiferencia y
fue
la indiferencia la que me sacó del manto a patadas.
VI
No
escuches a aquellos que te hablan de amor
para luego coartar tu libertad exigiéndote sacrificios
y añadiendo después, para justificarse;
que te quieren solo para ellos, piensa que;
Los celosos no aman, poseen.
Los celosos no se entregan, te atan a ellos y te absorben.
Los celosos no te aseguran su fidelidad, te exigen la tuya.
Los celosos no son enfermos, ellos mismos provocan la enfermedad.
Recuerda, si a tu pareja no le gusta como actúas, vistes o calzas...
para luego coartar tu libertad exigiéndote sacrificios
y añadiendo después, para justificarse;
que te quieren solo para ellos, piensa que;
Los celosos no aman, poseen.
Los celosos no se entregan, te atan a ellos y te absorben.
Los celosos no te aseguran su fidelidad, te exigen la tuya.
Los celosos no son enfermos, ellos mismos provocan la enfermedad.
Recuerda, si a tu pareja no le gusta como actúas, vistes o calzas...
no es que
quiera lo mejor para ti, sencillamente... que no te ama.
VII
No
tengo palabras,
siento
que se me escapan
por
entre mis labios entreabiertos,
agitado,
sudoroso e inquieto por tus besos.
Te tuve tan fuertemente apretada,
Te tuve tan fuertemente apretada,
suspirando
y gimiendo,
aceptando
mis impulsos,
mi
carne en tus entrañas,
que,
se
me secaron en la garganta
las
insinuaciones
y
se quemaron en mi lengua las esperanzas.
VIII
Me
así de la luna, con fuerza remonté el vuelo,
acaricié
con mis manos blancas un sueño...
ruborizado
de amor y de esperanza.
Mis alas abiertas, el corazón rebosante de cielo...
hoy la luna se ha ido, entristecido la velo, ya no quiero soñar,
desperté y me caí de mi sueño.
Mis alas abiertas, el corazón rebosante de cielo...
hoy la luna se ha ido, entristecido la velo, ya no quiero soñar,
desperté y me caí de mi sueño.
VIIII
No
busco gloria ni un pedestal,
busco
sombras que,
en
el otoño de mi vida,
me
resguarden con su sombra,
con
una parte de su felicidad.
No rememoraré los silencios entre tu y yo,
solo aspiraré el aroma del ayer,
cuando mi voz era la llama
y tu cuerpo, el quinqué.
XI
Fuiste
como sorbo
de
amargo vino,
del
que bebí
sin
sed,
hasta
hartarme.
Fui
culpable,
no
lo negaré, de beber
y
no saber parar a tiempo.
XII
Vertí
en mis sueños
las
vanas esperanzas
de
una ilusión efímera,
Como acuífero,
Como acuífero,
fui
vertiendo mi caudal
hasta
agotarme, después…
Volví a cerrar los ojos
Volví a cerrar los ojos
y
a dormirme,
deseando
nunca más despertarme.
XIII
Tengo
la certeza que me estoy perdiendo algo,
Una sensación que, como hormiguita aventurera,
se me mete en las entrañas.
No sé qué es lo que busca ni qué es lo que quiere,
solo sé que parece avisarme, que me avisa,
Que me incita insistentemente en mirar atrás,
tal vez para descubrir
qué fue lo que me dejé tan importante.
Una sensación que, como hormiguita aventurera,
se me mete en las entrañas.
No sé qué es lo que busca ni qué es lo que quiere,
solo sé que parece avisarme, que me avisa,
Que me incita insistentemente en mirar atrás,
tal vez para descubrir
qué fue lo que me dejé tan importante.
XIIII
Me diste soledad,
silencios
que se abrazaron a mi oscuridad...
caricias de piel herida,
palabras hirientes
y mucha ironía.
Hoy el día amaneció
con el cielo gris,
triste y acongojado,
y no,
no es buen día
para poder olvidar...
XVI
Me
mientes,
pero
no sales victoriosa
ni
disfrutas de mi derrota,
sales
en silencio
de
mi vida,
con
apenas un suspiro,
desvirtuando
mi memoria.
Eres
Selene,
“la
gran Diosa”
la
perpetua llama de la discordia,
la
enferma o la esclava intocable.
Hoy
la noche se me hizo eterna,
infinita
e insondable tu risa...
al
acabar la noche
después
de desgarrarme.