Imagen obtenida de Internet
Me lastima un pensamiento:
¿Qué destino le estoy dando a mi vida?
No puedo ni sé qué contestarme.
La realidad es que estoy seco,
ni vivo ni tengo vida.
Una lejana luz brilla en lontananza,
aunque mis ojos no quieren mirar,
se niegan verla.
No tienen
luz, son ilusos,
no creen, ni tienen fe.
Tampoco quieren admitir
que aún
estamos a tiempo.
Mi pecho, vacío de suspiros,
late acompasado, no se agita,
quizás
su ardor ya pasó o su tiempo lo ha marchitado. ¿Quién sabe lo que me espera
después de estas letras?
Crece dentro de mí la desidia
y en mi mente tan solo queda una
imagen fija:
nada conmueve ya mi alma,
salvo una imagen fija en mi retina,
la
de mis hijos. A ellos son
a los únicos que debo en realidad la vida.