Imagen obtenida de Internet
Tengo raíces en los pies
de estar tanto tiempo varado
en esta
orilla del río,
ni sé cuándo mi barco zarpó,
solo sé que me quedé triste,
solo
y perdido.
Maldigo mis ansias de fe,
aquella que me llevé conmigo,
aunque
tristemente la olvidé,
porque vi que no flotaban
y en el agua revuelta
se han
hundido y ahogado.
Vivo angustiado,
desilusionado y perdido,
mirando y buscando
en el horizonte,
no sé el qué porque,
nada tiene ya ningún sentido,
pues no soy
yo de atender a razones
y estoy siempre roncando y dormido.
Sé que me aqueja el mismo mal de la abeja,
recojo mi miel y la
guardo,
queriendo tener contenta
a esa a la que todos obedecen
y a la que
llaman o dicen que es la abeja reina.