Imagen obtenida de Internet
Ella danza y danza como bailarina envuelta
y gira y gira sobre sí saltando o brincando,
sus ojos haciendo lo imposible
por no apartarse de los míos.
Las sedas de su cuerpo
van cayendo al suelo sin orden,
mientras se mueve
sensual como una gata en celo,
quedando en un instante su
cuerpo desnudo y mostrándome con orgullo
su brillante y transpirada piel.
Juega a seducirme…
aunque maldita la falta que le hace,
desde que la conocí que me tiene a su disposición.
Es mi dueña y única ama de mi corazón,
por mucho que ella quiera ignorar esa
condición.
Viene hacia mí y se lanza a mis brazos.
Mi pecho comienza a latir y arde de inflamación,
me lastiman los latidos desaforados
de este músculo,
que llamamos corazón.
Me apodero de sus ansias
con pasión vehemente y encendido.
Mi boca se funde a sus labios entreabiertos,
aprisionando mi lengua la suya con deseo y pasión
y la de ella se enrosca con ardor a la mía y danzan juntas al ritmo de la pasión…
Segundos, minutos y horas,
bailando las dos
y moviéndose
frenéticas
al ritmo caliente
que marcaban nuestros
dos cuerpos,
unidos como enloquecidos y disfrutando del amor.