Imagen obtenida de Internet
No juegues conmigo,
sé de sobras que la herida,
podrá ser profunda y dolorosa,
tanto como inolvidable.
Sin embargo, no juegues conmigo.
Estoy ducho en batallas,
en guerras de amores,
de caricias llevaderas
y de despertares huecos.
Sin embargo, no, no juegues conmigo.
Pensarás hasta que es absurdo mi miedo,
que no hay nada que temer,
que eres abrasadora y pasional
y que juegas a incendiarme.
Pero no, no sigas, no juegues conmigo.
Soy árbol viejo y adolorido,
carne seca, con pliegues oscuros,
de sangre como la salmuera,
oscura, negra y fría.
Aun así, no, amor, ¡no sigas jugando conmigo!