Imagen obtenida de Internet
Pasan
las horas y las manecillas del reloj,
juegan
a burlarse de mis pensamientos.
La
tristeza se apodera de mi angustia,
y
el esfuerzo por contenerla, es inútil.
Las
entrañas se me anudan en el estómago,
la
sangre ruge y se altera, arde en mis venas.
El
final está cerca, lo sé, está próximo y voy directo hacia él, aunque sé que es
tarde,
la
muerte ya viene a consolarme.
No
quiero que las lágrimas se adueñen de mí,
que
me cercenen de un solo tajo las ilusiones,
tampoco
quiero mencionarla, pese a que, la amo,
y
no es mi deseo, no, verla sufrir.
Quisiera
que durara el día una eternidad
para
poder mirarme en sus ojos, verme
reflejado en ellos
y ¡ahogarme en sus lagrimales!
Pero
no, no es tiempo de quejarse, ya es hora,
debo
abandonar mi cuerpo,
para
poder así navegar por siempre
en
el infinito de sus pensamientos.