Imagen obtenida de Internet
Como
si fuesen las arenas finas del desierto,
tus
manos, ardientes me acarician y resbalan por mi piel,
dejando en ella surcos húmedos y calientes,
donde
navegar después a mi vez, desnudo,
pidiendo
que jamás se acabe este sueño.
Percibo
y aspiro la delicada fragancia de tu perfume,
penetrando
por cada poro de mi piel.
Siento
cómo se adueña de mi cuerpo,
de
mis entrañas y de mis pensamientos.
Eres
tú, mi amor… ¡mi única dueña!
Yo,
soy tu esclavo, y me pervierto, diluido,
casi
etéreo, aunque a mí vez me lamento,
de
no poseer el don de la ubicuidad,
por
no ser el mío más que el sueño de un iluso,
intentando
recibir por mis versos, ¡tus besos!