Imagen obtenida de Internet
"Mírala, es ella, una mujer,
la única que puede desnudar tu fe,
lograr incluso desnudarte a ti mismo".
Recibí una rosa,
un sello de sus labios,
no pude remediarlo y...
me marché llorando.
No era ella quien me dejaba,
era Dios quien se la llevaba.
Me pregunté un instante:
«¿de qué sirve creer si al final
sabemos que no existe…?».
Me dolió hasta el alma el pensarlo...
¡Maldita sea esta vida injusta!
¿por qué no me llevaste a mí,
qué más te daba un cuerpo u otro,
si al fin y al cabo solo es carroña lo que acaba
finalmente en tus brazos…?
"Miradla, es ella, una mujer,
la única que puede desnudar tu fe,
hasta incluso desnudarte a ti mismo".
Te fuiste de mi vida y solo me quedará
el regusto amargo de no haberte acariciado
ni besado nunca...
por esa razón desprecio a ese "ser" que, dicen,
lo ve todo, y “todo” lo puede, pero… !nunca hace nada