Sentado en una
esquina
veo marchar al
tiempo,
y él, pasa... con
enquina,
me desprecia a
destiempo.
Sonrío y lo
adivina,
sabe que soy
guiñapo,
un ente, anodina
ilusión que ya
zarpó.
Tal vez hacia una
pena,
tristeza que no
supo
aislarla de la
luna...
tras amar su
corazón,
su espíritu y su
alma...
y alejarla del
dolor.