La miro y doy por callada su respuesta,
No la esperé y callé sin esperar su abrazo
deseando que por una vez no fuese injusta,
no pudo ser, terminó conmigo de un trancazo.
Golpeando nuestro amor, cruel y violenta,
me obligué a pensar, “su
amor será mi esfuerzo”,
porque sé que ella es así, salvaje y abrupta,
es capaz de amar mientras lanza al aire un bostezo.
Y yo, callo... finjo ser feliz, sonrío a cada bofetada,
mientras mis lágrimas rugen en su calabozo,
ardientes sí pero, sumisas... esperando su poco de gozo,
forzándome a ignorar
que, el amor, nunca debería ser una derrota,
tal vez sí una lucha incesante, una batalla o, incluso
descalabro o destrozo,
pero jamás consentir que sea violento, cruel o surrealista.