Imagen obtenida de Internet
¡Dejadme
pensar! Mi vida está al borde del abismo
y debo desandar lo andado. Tal
vez mañana vuelva a mí la razón
y pueda al fin mostrar la identidad que ahora
oculto tras este escudo imparcial y absurdo del pasado.
Lo
sé, no puedo evitar el llorar. Pero no por mí,
estoy exento del raciocinio.
Lloro por la humanidad,
por las gentes que patean las calles,
las que gritan
pidiendo auxilio y libertad
o que arremeten contra los políticos corruptos
que
violan sistemáticamente, y una tras otra, nuestra dignidad.
Enarbolaron
la bandera de lo oscuro,
aquello que fuera causa y luego efecto
de lo que se
fraguó en la civilización.
Lo sé, fueron la perdición de nuestros sueños,
la
indeleble pérdida del latir de nuestros corazones;
la sangre oscura y
envenenada que nos desquicia la razón,
causa final de la mala influencia
tiránica
que causó nuestra perdición y extinción.