Se me
fueron las ganas de amar
de
sembrar esa semilla blanca,
luego
una maravillosa flor;
¡de mullidas
hojas blancas!
Se me
secaron las ilusiones,
se me
fueron las esperanzas…
ya nada
me importa;
¡nada me
importa nada!
mis ojos
cierro al amor,
secos y
extraños se cerraron,
mudando
de bella flor;
¡a la
seca y dolorosa espiga!
del desamor…
y del pecado.
No diré que
mi corazón… ha muerto,
solo se ha
secado…
y la tierra
que vuelva a cubrirlo,
con su
sufrimiento… se ha quedado.