Imagen obtenida de Internet
Cada vez me alejo más de los aspectos,
de las formas de
equívocos prospectos;
de aullidos y chillidos de inusuales despropósitos,
impresos en mis sienes, indelebles al ojo humano,
por estar lineales y descompuestos.
Cada vez más siento que soy menos “yo”
y soy más “ellos”.
Y un soplo de desaliento me
sobrevive próximo
a un desangelado invierno.
Vivos “y no muertos”,
están siendo inoculados en mi sangre
y están
sedientos por beberme hasta el oxígeno,
¡serán obscenos!
Alejado de la realidad me resisto y subsisto,
aunque no
aliente esperanza alguna,
retraído en lo subjetivo y a lo absurdo de mi
tormento.
Desabrido, errático, mustio y prostático.
Soy como el musgo que se alimenta del sustrato,
de la mierda,
y de lo absurdo.
Me considero un abismo para lo ingrato,
un paradigma
indivisible o un desprovisto átomo
o gen del estropicio carnal e inadmisible.
La paridad llevada a elevados signos,
gráficos o números
descompuestos que se forman
en mentes enfermas de anodinas prótesis de malvada obscenidad.
Ya no me busco ni confirmo que existo,
puedo ser el éter ¡el oxígeno!
O tal vez tan solo sea un error ortográfico
en un poema sin versos.
Algún lamento sin estridencia
de odas inacabables o rima sin
objeto
carente de realidad. No, ya no me
busco ¡ni me encuentro!