Imagen obtenida de Internet
Cuánto ansío dejar atrás a la soledad…
abandonarla en el camino no dejando que me pregunte
y viéndola
al fin, negra y oscura,
diluirse como el humo de una chimenea en febrero
mientras
desaparece en el cielo vapuleada y azotada por el viento.
Pero ¿de qué me ha de servir haberme desembarazado de ella
si
yo ya no sirvo ni estando acompañado?
Soy un haragán y un eterno perdedor
buscando auxilio.
Un inútil que vive bajo la premisa de lo humano,
descatalogado
por obra y gracia de lo absurdo
Lágrimas derramadas mojan la comisura
de mis labios sedientos,
provocándome dolor,
desencanto y sufrimiento. Aquel que vive clavado en mi
pecho
y se alimenta obsceno de mis lamentos…
Páginas que llené de sabores mientras
a mi alma engañaba con
linimentos.
Engañosa terapia la mía, que buscaba expulsar a la soledad
cuando ella
era la única que para mí de verdad existía.