Imagen obtenida de Internet
No me reconoce... Sus ojos,
están fríos y distantes,
Sus manos...
Heladas como escarcha,
Me congelan el alma.
Su pecho late despacio y pausado,
“no me ama”.
Entre deseos y caricias,
Grité al cielo la ira...
¡Dios...! ¿Qué hice o ha sido
La causa de su desdicha?
Si, mi amor fue...
Delirio, grandeza... y desvelos,
por ella la razón perdí...
Ante su amado juicio.
Tanto la amé y la amo que,
Solo sentirla que respira...
¡Es para mi una delicia!
Entre mis manos la protegí
Y en mis brazos quise siempre envolverla,
en el cálido manto de mis caricias...
Para adorarla como se adora a una diosa.
Y sucumbió al cambio,
ya no me ama…
Sus ojos están vacíos y fríos...
Me hielan el alma... cuando me miran.
Son como los malditos puñales del olvido,
que al clavarse en el alma...
Solo sangra... el espíritu
¡Y las entrañas!