En un lejano rumor,
Me llega una queja,
Un apenas susurro;
Lastimero sentir
De un corazón tembloroso e infeliz...
Llora...
Desde la distancia más sórdida.
Su amor... no la puede oír...
Intensamente, su alma,
La suplica que la deje ir,
No sabe adónde...
¿Quizás al limbo
Donde danzan y ríen los sueños...?
Lágrimas que de sus ojos,
Ruedan libres sin pudor.
Nacen de su corazón
Y mueren,
Chocando contra la desilusión...
Quieta, enojada y triste
Se mece entre la gasa de su almohada,
Esperando al amanecer.
Esa alarma desagradable de la mañana
Que hoy, será quien la salve,
Una vez más... de sus lágrimas...
Obligando a su sonrojo a mirar,
Directamente al frente
Levantando orgullosamente la mirada.
Y yo, desde aquí, no la escucho
Ni siento su suspirar,
Aunque la presiento… desamparada,
Desde esta enorme distancia que
Nos separa el cuerpo
Y hasta nuestras almas enamoradas...