Si
alguna vez te olvidas de mí,
no
dejes que mi alma
se
quiebre al morir, y déjame un resquicio de luz
por
donde pueda ver una nueva
blanca
luna llena.
Que
ella vea y pueda estar orgullosa de esperar
la
calidez y dulzura de mi amor.
Nunca,
no obstante, mis recuerdos
te
alejarán de mi pensamiento ni podrán sacarte de mi corazón.
Orgullosa
estarás entonces tú,
que
izarás la bandera del destino pues,
él
fue quien me condujo,
arrastró
y llevó en volandas hasta ti.
La
ternura y la dulce expresión de tus ojos
hicieron
que naciera en mí ser el amor.
Ahora
no huyas, no te alejes ni me dejes...
no
abandones a esos sentimientos que
se
aposentaron en ti.
Ven,
cariño mío… acércate y agárrame de la mano,
desandemos
el camino que nos cautivó
y
también nos llevó al desamor.
Alma
sufridora... herida desgarrada.
Deshace
y desdice tu sumisión,
pues
ya eres sangre de mi carne, fundida a mis entrañas...
antes
de que me vencieras sin compasión".
Hoy
mi alma grita liberada de ausencia
y me
dice sin mirarme a los ojos…
que
fácil fue amarte
y
qué doloroso fue para mí el perderte a la vez.