Imagen obtenida de Internet
A
pesar de esta soledad y estas tristes horas sin ti,
me puede la sensación de creer
que aún sigues ahí.
Por esta razón incito a mis deseos a que vuelen alejándose,
dándote la espalda para que tú vuelvas a ser feliz.
Podría
ser miedo, olvido o languidez, ¡qué sé yo!
solo sé que en medio de la
tempestad,
surgió la calma y ella, se marchó.
¿Dónde? eso solo lo sabe Dios.
Que
tristes son mis horas sin ella...
la recuerdo y me vienen faltas de fe y de
ilusión por crecer,
las dos caminan juntas y me hacen arrastrar los pies...
y mi
cuerpo, débil y desmadejado, tiembla y cae roto por su querer.
Que
se lo lleven los vientos
¡Dios mío! que no los dejen volver,
a esos horribles y
malditos pensamientos que me matan la fe.
"Si
pudiera aún desandar lo andado,
dormir
o tal vez… ¿volver a soñar?
Callé a la tarde por no oírme y le grité al
silencio
¡por no escucharme! Por no odiarme…
Soy
como las mañanas grises o días fríos e invernales,
solo les gusta a los
inmortales.
Y hasta a los dioses les da la risa solo de verme solo,
triste, o hincado
de rodillas... ¡y llorándole a la tarde!