
Cuántas veces ese retrato tuyo,
que al mirarlo me hacía enmudecer,
al sentir esa mirada tuya en mi pupila;
¡quemándome la piel...!”
Eres la llama que quema mis gemidos,
disolviéndolos en tu agua cristalina
y ésta me quema al entrar en tu boca,
inundándome las entrañas de placer...
Te sueño... y en ese sueño,
soy fuente donde fluye agua fresca...
allá donde tu boca sedienta inclinas a beber.
"Te amo”
y es este amor mi prisión, pues;
al amarte... me enclaustro,
¡en los brazos de ese amor!
Si acaso... solo fueras una flor...
absorbería tu aroma en un instante
y luego... ¡te pediría perdón!
Como al Cáliz, dieron el poder
sobre los hombres…
a ti te lo dieron sobre mí,
y ahora… navego en duelo,
en silencio… tras haber perdido...
la lujuriosa batalla del amor.