En cada segundo
donde veo mi vida,
siento esa angustia
inundarme las entrañas.
Rezuma en mí ese quebranto
de no ser... nada.
Obviar tanto...
para no querer...
sentir lástima de mí mismo.
Incluso hasta llegué a herirme;
sin ninguna arma...
solo pensarlo, me hace daño.
Soy el frío espejo de mi alma
y a ésta... solo la reflejan mis lágrimas.
Caricias vividas, son hoy...
puro recuerdo... del olvido;
me aislé... sintiendo frío,
y ningún apego hacia mí mismo,
forzándome a ostentar la bandera,
de una felicidad sin ningún sentido.
Cuántas semillas sembré,
y cuánta cosecha recibí,
raíces mustias fueron del ayer...
rebosantes de amargura.
Y aquí sigo... doliente... cansino,
en estos atardeceres donde,
tal vez... hasta fui feliz,
hallando la cruz y el castigo...
¿Recibí lo que planté o sólo recibí...
Lo que tanto mendigué?