Imagen obtenida de Internet
Mi pequeña flor... mi dulce primavera.
El sonido de tu latir furioso, despierta a este viejo rugoso
sensaciones placenteras... Mi niña... la luz iluminando
este horizonte sin banderas. un vagar sin rumbo perezoso
o el ocaso difuminado de un poeta.
Te amo...y no es nada extraño, eres para mí como un cielo azul
o una bella alfombra verde en primavera.
Aquella que cubre el prado con su vestido de amapolas,
y que a este viejo cuerpo trae recuerdos de soñadas ilusiones
y calladas promesas.
Si en mis sueños, chiquilla, me amas presurosa,
entregándote a mis brazos, hasta el alba, abrazándote al junco
que te atrapa y que se crece ruborizado como niño
junto al tallo verde y hermoso de tu rosa.
Soy el vaquero que cabalga, sin freno, tu cuerpo bello y
altanero.
Que vive un sueño... y en ese sueño,
tú eres el fuego y yo, la llama ardiente que se enlaza a tu
vientre,
en tu cuerpo... se aplaca y en tu sexo... agoniza.