Si en algún momento fui ciego
y no supe ver ese brillo radiante en tus ojos
que me hablaban de pasión y amor,
de caricias anheladas. de besos furtivos... bajo las sábanas.
Piensa mi bella flor que no fue por no quererte
ni mis ojos ciegos son. Es por la desdicha
de querer y no poder correr a la vera tuya
porque... ¡no me obedecen los pies !
¡Malditos sean! pero, desde el accidente...
muertos están... ¡cómo mi corazón al no tenerte!
Tristes sombras los envuelven y un manto frío
de escarcha y nieve son la única caricia que los conmueven.
Aire que, camuflado, inflama mi pecho más no así me dan
consuelo.
Porque soy de arena y viento... como insensibles mis piernas,
¡también son de escarcha y nieve mi tristeza y mis lamentos!