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Tus silencios son la savia,
De un mundo nuevo por descubrir.
Son caricias por recibir del mañana,
En la busca continua de nuestro ayer.
Esa extraña luz en tus ojos,
Y esa sonrisa pícara tuya, que me sonroja,
Mis labios haces arder como una llama...
Y el ansia por besarte la boca,
Amenaza con fundirme a tu piel,
Estallando los dos al unísono,
El volcán en llamas de nuestro ser.
Y son nuestras dos bocas
Una rosa y un clavel fundidos...
Pereciendo, las dos brasas,
En el goce de los sentidos.
Somos el eje instantáneo;
De dos almas buscándose...
Y el ocaso se nos funde…
Yo en tus brazos...
¡y tú en los míos!