Los amantes, René Magritte, 1928
No me evado, me hundo,
en esa profundidad
donde solo se oscurece el alma
y llora el corazón ahogado en lágrimas.
Me asfixia la pereza de saber,
pura utopía,
que este embriagador suspiro muere
donde vive la tristeza,
llora la mañana, y nace la calma.
Además, engendra dolorosos quejidos,
allá donde navegan y palidecen los hombres,
y ululan y se
quejan dolorosamente las almas...
Me muero… o ya estoy muerto,
y finjo en mis adentros,
que todo pasa y nada queda
¡cuando soñamos y nada más!
¿Qué me espera con tales pensamientos
si no despertar?
En mi afán por sentir, dejé todo para mañana
y ahora... solo
me queda
¡un enorme vacío por llenar!
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