Si supiera como hacer llegar a tu orilla,
mis versos y sonetos…
fieles a mi orgullo y a mi poesía,
podría, sin más esperas,
clavarme en tu arena,
como se clava en el pecho la osadía,
terrible como dardo envenenado,
en un corazón sensible, roto y quebrado.
Sí, tal vez hoy sería dueño y también esclavo,
de esos besos que nunca en realidad te
di,
y que quizás, tú, tampoco me los
permitirías...
Ahora, vence sobre mí la cercenada historia,
de aquel que habiendo amado...
creo lazos de amor... eternos,
sobre una cruz trenzada,
en su pecho agitado, tortuoso y nazareno.
Apuñalado fui por la furia,
de unos sueños inalcanzables
y de las burdas fantasías,
de un idiota fantasioso y muy cobarde.