
Imagen obtenida de Internet
No quiero saber cómo será mi final,
ni deseo ver el deslucir de los días.
Sé que serán jornadas de pensamientos sin fin
ni historia... gritándome desde mis adentros.
No me gusta lo que estoy sintiendo...
hasta mis sueños se embarcan en este decadente navío,
que no lleva velas ni usa motor y que está varado mar adentro,
esperando un soplo de aliento,
o el beso de una furiosa ola sacándome del olvido.
¡Qué locuras de sentidos fue desembarazarme de la fe,
para escudarme inútilmente
en el muro fantasmal e inocuo de un suspiro!
Que degradación del corazón... no suelta ni un gemido
¡ni suelta un solo sonido! tan solo son picores
de cuerpos
hacinados por el frío, buscando, tal vez alcanzar,
similitudes a un orgasmo... fingido.
Y de pronto descubro, con gran horror,
que la imagen que me devuelve el espejo
no deja de ser para mí... ¡un perfecto desconocido!