No sueñas... ¡oyes y escuchas mi voz!
que es cadencia en tu aliento, que vibra
al sentir tu cuerpo pegado al mío.
"Mírame..." son mis ojos cual luceros,
destellando deslumbrados ante esos dos soles tuyos,
¡universos míos donde mi alma se evade!
La sangre gime, hierve y burbujea
y se acelera en mis venas...
¡qué locos estamos los dos!
Qué desgaste de luz y qué fusiones
de almas en alud entrechocando
electrones...
¡Nos fundimos los dos sin discusiones!
Te acaricio y te abrazo y siento el latir convulso de tu
corazón
bombeando sin descanso alegría e ilusiones.
Siéntelo... soy tuyo una vez más, mujer de sangre caliente,
llévame
en tu abrazo de fertilidad y dame de nuevo la vida,
después... ¡no me dejes marchar jamás!