Hay en tus ojos «cómo en el agua»
un reflejo dorado del sol,
que incide en tu iris
y su reflejo da a tu rostro,
la osadía insigne de parecer;
¡un ángel del cielo !
Tu cabellera...
de largos y sedosos cabellos,
desafían al viento y al orgullo desatado
de quien se espera que solo murmulle a tu paso:
"a ella es y no a otra, es a quien yo amo."
Diosa de la entrega,
mi amada musa.
Tus labios horadan mi orgullo
y sacian cuanto del amor he deseado...
Tus besos, tus caricias...
!tu cuerpo!
y hasta el socavado capricho de querer ser
¡todo lo que tú has soñado!