No grites… no quieras despertar en la mañana
a las sombras que gozan de la
noche
y que silencian el alegre canto de la aurora...
acallando así el aullido de los lobos... a la luna.
Dejaros acariciar por su magia
y disfrutad de su fervor imaginario
bebiendo de sus labios negros y golosos
y de su elevada y ardiente temperatura...
saboreando de su lava ardiente,
la que sale y fluctúa de su doliente tripa...
¡Ay! esposa mía de quimeras y otoñales fantasías,
fuente y
flor olorosa de sus males... hoy juez, mañana...
¡verso en una bella poesía! Lugar
silencioso
donde se esconde nuestra utopía.
Negra noche sombría, lejos queda ya tu mirada,
pesando sobre
el escarceo de la mañana con la luna…
y el sol abrasador del mediodía.