Hierve mi sangre y convierte
mi hombría en un volcán
cuando te siento aproximarte.
Me transforma en lava ardiente
que penetra profundamente en tus
entrañas
volviéndonos locos de pasión a los dos.
Me arde y quema el pecho al verte desnuda
y sentir sobre mí
ese vaivén agitado
de tus dos manzanas apetitosas,
palmo y medio por encima de tu ombligo.
Siento como crece mi excitación dentro de ti,
tus labios me llaman, me suplican y gritan ¡Eres mío!
Ya no puedo más, te atraído y aprieto contra mí,
te abrazo exhausto y dejo que tu cuerpo se funda al mío.
Porque ¿Cómo no vivir cada segundo pensando
que podría ser el
último que disfrutara contigo?
Eres cuanto he buscado,
cuánto he deseado y la mujer a la que más he amado.
Me confieso… el amor no existía para mi
hasta que te conocí.
¡Hasta el sexo ha dejado de ser aburrido
cuando lo práctico en
nuestro lecho y contigo!